21 septiembre – Italia, Trieste: Nuestra Señora de las Gracias (1486)

Un santuario mariano en pleno renacimiento en Provenza

El pueblo de Bargemon en el Var (Francia) es uno de los dos lugares de apariciones de la Virgen María en Provenza. Durante mucho tiempo fue un centro de peregrinación muy importante, hasta que la Revolución Francesa lo cerró en nombre de su secularismo militante.

Ahora el santuario está recuperando su proyección desde que un nuevo pastor fue designado cura de la parroquia de Bargemon, hace seis años, y puso a la Virgen María en un lugar privilegiado. Desde entonces, los peregrinos se han congregado y una comunidad de 42 refugiados cristianos de Irak participa activamente en su renovación.

El sacerdote de Bargemon, el padre Philippe-Marie Métais Fontenel, nos ofrece su testimonio:
“Le había pedido al obispo una parroquia perdida que nadie quisiera. ¡Él, inmediatamente, pensó en Bargemon! Cuando llegué, descubrí que este pueblo había sido un importante santuario mariano internacional en los siglos XVII y XVIII. Miles de peregrinos habían venido aquí, pero todos lo habían olvidado.

Recé a la Virgen María y sentí poco a poco que Ella quería que el santuario renaciera. Mientras el santuario conocía esta renovación, la indignación del papa Francisco me conmovió mucho. No comprendía cómo tantos edificios de la iglesia permanecen vacíos y pidió que los pobres fueran allí acogidos. En mi casa parroquial de 900 m2, ¡me sentí especialmente aludido!

Reuní unos treinta voluntarios y nos preparamos para recibir a los refugiados cristianos de Irak. Nos apoyamos en la Palabra de Dios: ‘Buscad primero el Reino de Dios y todo lo demás se os dará por añadidura’. Para el financiamiento de este albergue, la parroquia no dio ni un centavo y no solicitamos ningún subsidio. Sin pedir nada, recibimos 500 000 euros en tres años.

En cuanto llegaron, los refugiados fueron integrados a la vida parroquial. Naturalmente, participaron en la misa y en las actividades parroquiales. La Virgen María quiere hacer del pueblo un nuevo oasis de vida cristiana. Para ello, debemos poner la caridad nuevamente en el centro. Los iraquíes pusieron manos a la obra y, con la gente del pueblo, se encargaron de las tiendas gratuitas que abrimos: una tienda de abarrotes, un almacén de muebles y otro de ropa. ¡Los pobres de los tres pueblos de la parroquia acuden allí!” (Traducido del francés).

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