1° de mayo – San José Obrero

San José cierra las puertas al mal y María abre las puertas del Cielo

El 2 de abril de 2016, en Argenteuil, con motivo de la ostensión de la túnica de Cristo, dos encuentros sacudieron mi vida de fe, la cual luego sentí bastante "llena". El primer encuentro fue con un amigo escultor, Luc, quien, conociendo mi participación en las distintas romerías de san José, me habló de las representaciones del santo. El segundo encuentro fue con una radiante desconocida, Virginie, que llevaba un relicario mariano.

Esta fue, en parte, mi conversación con ambos:

Luc: “Stanislas, todas las estatuas de san José datan del siglo XIX, necesitaríamos para la Marcha de San José, encargar un san José mas moderno y conforme a lo que debe ser: un padre cargando a su hijo en hombros”. A lo que yo respondí, "realmente es una muy buena idea pero yo no tomo las decisiones en esta organización".

Poco después, al salir de la Basílica, me acerqué a Virginie: "¿Llevas a menudo a María bajo el brazo? Creo que vi el mismo icono en la habitación del hospital de un amigo de sala, que acaba de morir”. Y Virginia me contestó: "Es María de Schoenstatt, un movimiento mundial que está celebrando su centenario, y el relicario de Frédéric, a quien has visitado, está esperando que se forme un grupo de diez familias y permitan que María visite a cada familia, tres días al mes".

Unos días mas tarde, me sorprendió recibir de parte de Laurent, fundador de la Marcha de San José, la solicitud para reemplazarlo: “Stanislas, llevo seis años organizando la Marcha, recé y pensé en ti para que te hagas cargo”. Conozco la retórica católica para hacer que otro se encargue de algo. “Ya haces mucho”, me decían mis familiares y, además, realmente dudaba de mis habilidades. Pero en mi interior una vocecita me decía que escuchara.

Entonces, tres días después, llamé a Lucas para decirle que hiciera lo de su escultura y el mismo día, en familia, decidimos formar, alrededor del relicario de Frédéric, con su esposa, un nuevo grupo de María de Schoenstatt.

Cinco años después, puedo dar testimonio de que nuestra fe es una gran aventura si la aceptamos. Si nos sentimos incapaces o abrumados, entonces, es una buena señal, seguramente estamos en el camino correcto, porque Dios verdaderamente provee para todo. María nos educa y san José nos guía. San José cierra las puertas al mal y María abre las puertas del Cielo. María no deja de conmoverse por las peticiones de su casto esposo, que no se cansa de hacernos amar a nuestra Madre, victoriosa y tres veces admirable. ¡Ambos no cesan de querer abrirnos a recibir a su divino Hijo!

Stanislas Péronnet, padre de cuatro hijos y organizador de la Marcha de San José (Francia)

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