13 marzo – Italia: Nuestra Señora de la Rosa (1635)

José y María, una pareja unida en la prueba

José buscaba la voluntad de Dios (eso es lo que significaba “ser justo” [Mt 1,19]). Así descubrimos un factor decisivo que une a María y José: ambos viven la obediencia de la fe que los lleva a ampliar sus horizontes y a aceptar un designio que da una nueva orientación a sus vidas. Quizás esto los obligue a redefinir sus roles, pero podemos estar seguros de que esto hace más sólida su unión. Ser justo a los ojos de Dios une.

Años más tarde, el niño se queda en Jerusalén. María y José no caen en la fácil tentación de la vida de pareja que consiste en culparse el uno al otro por lo sucedido; los reproches no solucionan nada y producen un nuevo problema. José y María buscan juntos y sufren juntos: “Hijo —le dirá María a Jesús—, ¿por qué nos has hecho esto? Mira, tu padre y yo, angustiados, te andábamos buscando” (Lc 2,48). Ambos viven una intensa comunión de sentimientos.

Hay, por último, otro factor que lleva a la unión: el cumplimiento en común de la misión. Después de buscar a Jesús en el Templo, vuelven a bajar a Nazaret y Jesús “vivía sujeto a ellos” (Lc 2,51). Hasta alcanzar la mayoría de edad, vivirá bajo una autoridad que —lo dice la etimología de la palabra— hace crecer. Y solo el que ha sabido obedecer sabe mandar. Y como hemos visto, María y José sabían obedecer.

Pablo Largo Dominguez, María, microcosmos de relaciones Ephemerides Mariologicae, ISSN 0425-1466, Vol. 57, Nº. 1, 2007, pags. 67-1

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