23 enero - Matrimonio de la Santísima Virgen y San José

Con el sí de una mujer y el sí de un hombre, Dios realiza la Nueva Alianza

“Cuando José despertó, hizo lo que el ángel le ordenó y llevó consigo a su esposa” (Mt 1,24) Esta frase del Evangelio dice mucho sobre la armonía que existía entre José y María. El fiat de María y el fiat de José son el cumplimiento de la armonía original entre Adán y Eva, la perfecta reanudación de la Alianza en el Sinaí.

La Alianza en el Sinaí estaba dirigida a hombres y mujeres, y la tradición judía enfatiza esto: “El Padre del universo proclamó las diez palabras y oráculos, mientras la nación, los hombres y las mujeres, juntos, estaban reunidos en asamblea…”1.

Al inicio de la Nueva Alianza, un hombre y una mujer son interpelados y tenemos un anuncio a María (Lc 1, 26-38) y otro a José (Mt 1, 18-25). María, después del diálogo con el ángel, da su consentimiento. José piensa primero en separarse de María hasta el día en que el ángel le revela la misión que le ha sido reservada.

San Juan Pablo II escribió el 15 de agosto de 1988 sobre María: “Al comienzo de la Nueva Alianza, que debe ser eterna e irrevocable, hay una mujer: la Virgen de Nazaret”.

Y con respecto a José, el 15 de agosto de 1989, “El justo [José], que llevaba dentro de sí todo el patrimonio de la Antigua Alianza, también fue introducido al comienzo de la nueva y eterna alianza, en Jesús-Cristo”

Gracias, pues, al de una mujer —María—, y al de un hombre —José— Dios realiza la Nueva Alianza: el Hijo del Altísimo, el Verbo Divino se reviste de nuestra carne para convertirse, de la manera más sublime, en el Emmanuel, el Dios con nosotros, y ser designado como hijo de María (Mc 6,3) o hijo de José (Jn 1,45).

La Alianza hecha en el monte Sinaí fue el nacimiento de Israel como Pueblo de Dios. Emergió como el arquetipo de la humanidad en los mismos orígenes del mundo. En el Sinaí, Dios creó a Israel para establecer un pacto de amor. En el Edén, Dios creó a la humanidad, representada por Adán y Eva, para un pacto de amistad. Pero, así como Adán y Eva desobedecieron a Dios (Gn 3) y su relación amorosa se deterioró, así también, después del Sinaí, el pueblo de Israel cometió el pecado de adorar al becerro de oro.

José y María son fieles a la Alianza: José es justo (Mt 1,19) y María es la humilde sierva del Señor (Lc 1,48). Ambos cumplen la ley del Señor (Lc 2,23). Sobre la base de su unión con Dios, José y María realmente vivieron como una sola persona (Génesis 2,24).

1 Filón de Alejandría, De decalogo, 32

El equipo de Marie de Nazareth

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