6 octubre – Italia: Nuestra Señora del Pueblo

Médico, durante el Covid19, reza Rosario en sus momentos de pausa

Néstor Ramírez Arrieta, anestesista colombiano, aprovecha cada receso de su jornada laboral para rezar el Rosario. Un amigo suyo, Luis Alberto Gallego, pastor evangélico protestante, le tomó una foto rezando y la compartió en Facebook con un conmovedor mensaje:

Esta imagen de mi gran amigo el anestesista Néstor Ramírez me abruma. Como muchos de sus compañeros, tiene largas jornadas de trabajo y está bajo una intensa presión emocional que la mayoría de nosotros no podríamos soportar. Sin embargo, en cuanto tiene un momento de descanso, saca su rosario y comienza a rezar...

“No tengo ninguna duda de que Dios escucha nuestras oraciones. Lo que más amaba Jesús era sanar a los enfermos y yo soy testigo de su presencia todos los días. Trabaja a través de mis manos. Le pido que use mi misión de sanación, especialmente porque estamos pasando por una situación muy difícil”, dice el Dr. Ramírez. Es uno de los muchos profesionales de la salud que luchan por salvar vidas en Colombia.

Todos están ahora expuestos a altos riesgos, no solo por el peligro de contagio, sino también por las deficiencias del sistema de salud colombiano y la incomprensión de los ciudadanos que los insultan, llegando a amenazarlos con golpes o incluso con la muerte.

Consciente de esta situación, el Dr. Ramírez acude todos los días a la clínica Hermana Bernarda —dirigida por una comunidad de franciscanos— con la tranquilidad que proviene de estar protegido por las mejores armas: la oración, la Eucaristía, el Rosario, la Sangre de Cristo y los sacramentos.

La vida de Néstor Ramírez se divide en dos partes: antes y después de conocer a Cristo. Su viaje espiritual de 18 años ahora le permite evangelizar mientras practica la medicina. No ha sido fácil. Al principio, algunas personas se burlaron de él, pero gradualmente sus colegas se dieron cuenta de que era un verdadero hombre de fe.

“Después de una crisis familiar y una vida mundana, un día solitario experimenté sentirme cara a cara con Dios. Comencé a asistir a grupos de oración, me dejé guiar por consejeros espirituales, volví a la Comunión, comencé a estudiar la vida de la Santísima Virgen y comencé a amar el Rosario, compañero fiel de mi vida profesional”.

Adaptado de un artículo de Aleteia

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