26 noviembre –Filipinas: Nuestra Señora de Los Remedios

Vivir el Adviento plenamente con María

El Adviento es un tiempo de privilegio. Nos permite redescubrir el inmenso misterio de la maternidad divina de la Virgen y su papel de Madre en la vida de cada uno de nosotros. Redimidos, solo podemos nacer espiritualmente del mismo seno en el que fue concebido Jesús: el seno Inmaculado de María.

Deseamos entrar en el maravilloso clima de Adviento y experimentar plenamente la gracia propia de este período litúrgico. Estamos invitados a seguir el camino que conduce al Corazón de la Madre de Aquel que esperado, viene, y venido, permanece para siempre con nosotros: de ahí su nombre "Emmanuel", «Dios con nosotros.»

Con María, vamos a Nazaret, y desde Nazaret a Belén. Es un camino pavimentado con gran simplicidad, de gran humildad, con una atención particular a las cosas pequeñas, donde nada se da por previsto, pero donde cada cosa en este camino es una oportunidad para rendir Gracias. Sí, esta ruta tiene el nombre de "pequeñez”, y nadie puede encontrarla si no abandona los caminos tortuosos de la autosuficiencia.

Vivir el Adviento con María, significa entonces convertirse a lo que el mundo desprecia y juzga débil: precisamente, la pequeñez. Jesús, en el Evangelio, habla claramente: "En verdad, te digo, si no te conviertes y te vuelves como niños pequeños, no entrarás en el Reino de los Cielos"(Mateo 18: 3).

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