17 julio – Festividad de la Humildad de María

La humildad de su esclava más que su virginidad

Sin su humildad, me atrevo a afirmarlo, incluso la virginidad de María no hubiera agradado a Dios. ¿Sobre quién reposará mi espíritu? dice Dios, sino es sobre el humilde que ama la paz (Isaías 66,2). Sobre el humilde ha dicho y no sobre el que es virgen, si María no hubiese sido humilde el Espíritu Santo no se hubiera posado sobre ella.

Y si el Espíritu Santo no hubiera descendido en ella no la hubiera hecho fecunda. ¿Cómo hubiese podido María concebir sin la presencia del Espíritu?

Así queda claro: que para que ella conciba del Espíritu Santo, como ella misma da fe: Dios se fija en su humilde sierva” (Lucas 1,48) más que a su virginidad: y si ella agradó por su virginidad, es, sin embargo, por su humildad que concibió.

Resulta evidente que si por la virginidad, también agradó a Dios, es sin ninguna duda a la humildad que lo debe la concepción.

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