7 diciembre – Vigilia de la Inmaculada Concepción

Él estaba escondido en lo simple e imitable

¡Nazaret! es el nombre de ese lugar terrestre único en la Historia: el lugar donde Dios se encarnó en el seno de una Virgen. La Virgen María vivió la vida cotidiana de todas las mamás. Su vida era humilde y la ofrecía a Dios a través de sus ocupaciones diarias: cuidado de la casa, del jardín, apoyo a José en su trabajo, educación de Jesús, oración en familia y en la sinagoga, vida social y de vecinos, como todas las mamás del mundo…

Como todas las mamás…, pero como hijo El que sería el ¡Salvador del mundo! Así se desarrolla su vida en Nazaret, donde María y José van a rodear de cuidados al Verbo de Dios hecho hombre, los primeros treinta años de su vida terrestre (su “vida escondida”) toda una espiritualidad de la vida familiar: la espiritualidad de Nazaret, simple e imitable para nuestras familias humanas.

Numerosos vestigios arqueológicos de la época de Cristo, descubiertos tanto en Galilea como en el resto de Palestina, han ayudado mucho a representar lo que fue concretamente la vida de la Sagrada Familia. Muchos historiadores de la época de Cristo hacen referencia a la existencia de “Jesús el nazareno” en Palestina, en tiempos de Tiberio, emperador romano del momento, atestiguando así de la realidad histórica del Evangelio.

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